domingo, 17 de enero de 2010

Tras cuatro años y medio de relación la cosa se acaba. Entregas tu vida a una relación con otra persona, crees que la cosa es para siempre y la cosa se acaba. Pasas tanto tiempo con una persona que crees conocerla tanto como si la hubieras parido pero al final... no sabes quien es ni como piensa... y la cosa se acaba.

Creo que al contrario de lo que algún filosofo del conocimiento presagiaba.. nunca se acaba de conocer a las personas, ya sean hombres o mujeres, nunca se acaba de conocer el lugar, el camino, el sendero que puede tomar el pensamiento de una persona en cualquier momento de su vida. Yo he vivido esos cambios de pensamiento, yo he sufrido esos cambios de pensamiento, yo estoy padeciendo las secuelas que esos cambios de pensamiento dejan tras de sí. En mi caso, amargura, soledad, vacio, necesidad de algo... necesidad de encontrar mi ego... es decir, esa parte que abandoné, que dejé de cultivar, que dejé de cuidar para que cada día fuera siendo más y más elaborada.

Aquello que haces por tu pareja no lo haces por tí, no seamos necios, lo hacemos por el otro porque se supone que algún día ese otro lo hará por nosotros... no sé puede estar más equivocado. En palabras de ella, " yo no se lo he pedido". En eso se resume todo... buscar a la persona que te pueda dar lo que necesitas y que no te pida nada de nada a cambio y si te puede aguantar todos los caprichos mejor. Creo que no es así como debe ser una relación pero creo que en mi caso así se ha deformado la torre que estabamos construyendo hasta que, cual campanille de Piza... no hubo forma de mantenerla y ella cayó.

A pesar que en el ultimo momento, antes del viaje a Barcelona ella dijera que sí a la pregunta de que esto no nos iba a separar... el final son dos caminos que por sadismo del destino no me deja tirar para adelante ni levantar cabeza.

Aquello que puebla mi corazón es un sentimiento de culpa que no me deja renacer de mi mismo, que no deja que mi ego, aquello que puedo ofrecer, florezca para darles a otros la flor de mi compañía... Quedas caido bajo el insoportable peso de un juicio impío del cual no sabes escapar por alguna razón. La razón y el tiempo serán aquellos juez y jurado que coloque a cada cual en el sitio que se ha ganado con lo que ha sido su vida...

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